Frío.
Me visita a menudo.
Comienza por los dedos de los pies, y sube, hasta acariciar mis piernas.
Sube, hasta tocar mi barbilla,
hasta cerrar mis párpados.
No se detiene hasta que salta por encima de mi nariz,
y me congela las ideas.

No es el momento para quedarse sin calefacción.
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