miércoles, 8 de febrero de 2012

Ya en su lecho de muerte,

aplastada contra el zapato de un infante, la hormiguita se arrepintió de haber pasado toda su juventud trabajando sin descanso para asegurar una vejez que le habían robado. La cigarra se quedó con la herencia.

viernes, 3 de febrero de 2012

La luna de Lorca lo echa de menos.

La musa viuda, llora su ausencia. Se siente sola.No le faltan admiradores, muchos le escriben,
pero no como él.

Él la cautivaba, la vestía de asesina. Provocadora y sensual, observaba al niño desde lo alto,
manteniendo una amenaza constante. Ningún hombre la había retratado así jamás. Siempre buena, siempre protegiendo amantes o escuchando secretas pasiones, se aburre.

La luna quiere ser mala.

Luna.-[...]¡No haya sombra ni emboscada,
que no puedan escaparse!
¡Que quiero entrar en un pecho
para poder calentarme!
¡Un corazón para mí!
¡Caliente, que se derrame
por los montes de mi pecho!;
dejadme entrar, ¡ay, dejadme!
Federico García Lorca: Canto de la Luna.