
Él la taladraba con la mirada, traspasándola, provocándole escalofríos, nublando su mente y atontándola. Ella se quedaba inmóvil, sin mover ni un músculo durante unos segundos, y luego apartaba la mirada mientras el color se instalaba en sus mejillas. En esos momentos, nunca sabía cómo actuar. Sólo cuando no la miraba se atrevía a echar miradas furtivas y examinarlo, de abajo a arriba, lentamente, hasta llegar a sus ojos, que ella tanto adoraba. Esos ojos, los mismos que le taladraban, miraban a otra.
-¿Te gusta? -se animó a preguntarle.
-¿Por que lo preguntas?
"Eso es un sí" pensó mientras el mundo le caía sobre los hombros, y aún así, le quedaron fuerzas para inventarse cualquier escusa.
-Bueno, somos amigos, ¿no?
Entonces, él la besó. Fue la primera vez que le robaron un beso. Lentamente, sus manos se posaron en su pecho, y las de él comenzaron a rodear su cintura. Se separaron, y él le susurró al oído:
-¿Cómo vas a ser mi amiga...si confundo tu sonrisa con camelo si me miras?
Como quieres ser mi amiga, si por ti, daría la vida, si confundo tu sonrisa con camelo si me miras.
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Adoro leer historias de conversaciones que me resultan familiares. Sigue así, aunque sólo sea para mi propio disfrute.
Te adoro