
Llovía.
Me senté en un sofá, y me puse a comer helado mientras Let it be me traspasaba los tímpanos. Hacía rato que sonaba el teléfono, lo que solo trajo como consecuencia el volumen del vinilo y que las lágrimas consiguieran traspasar mis ojos.
Te odiaba, y eso era lo importante.
Sabía lo egoísta que era mi decisión. Sabía que apartarme de ti no iba a traer nada bueno y que fingir estar bien no iba a ser fácil, pero una amiga mía, me había descrito a la perfección en una frase: "Tardas en tomar las decisiones, pero, una vez que las tomas, te limitas a seguirlas, sin discusión posible".
Así que, me limité a acurrucarme en aquel jersey cinco tallas más grandes y a cerrar los ojos esperando quedarme dormida.
Un día llegamos enclaustrar las emociones en sabores de helado.
ResponderEliminarDesde ese día, prefiero el limón a la stracciatella
Es así, la decisión que tomas es la correcta, piensas que no existe vuelta atrás. Pero las personas pueden cambiar de parecer, y eso no es ningún error.
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