-Míralos, ahí abajo-me dijo en aquella tarde soleada desde la cima de aquel edificio de Nueva York.- se creen los amos del mundo, ¿sabes? Se creen que lo saben todo, que pueden controlar todo... y en cierta parte, no se equivocan. Ellos levantaron todos estos edificios, cambiaron ecosistemas, extinguieron especies, sembraron el pánico en innumerables ocasiones...Pero se odian entre ellos. Se matan, se envidian, recelan los unos de los otros...No son capaces de vivir en paz, y cada vez es peor. Con toda esa tecnología, creen poder hacer de todo. Y no pueden. ¿Sabes lo que aún no consiguieron?
No dije nada. Pasaron varios segundos hasta que al fin contestó:
Volar.
Luego ambos nos tiramos de aquel edificio, después de todo, era la época migratoria, y no nos podíamos quedar atrás.
Muy, muy bueno, señorita. Primero porque este relato presenta una organización sutil de la materia narrativa que lleva al lector a creer que se encuentra ante una escena que, al final, se demuestra que no es.
ResponderEliminarSegundo porque tiene una carga de crítica aguda que le hace destacar.
Y tercero -y no por ello último- porque cumple con una de las premisas de la ficción breve y es sorprender al lector de alguna manera; mejor aún si es al final y le obliga a releer el texto.
La pega -aunque esto ya es para master de narrativa- que debería usted haber dejado alguna mínima pista de quienes eran los personajes, porque puede parecer que nos ha hecho trampa a los lectores.
P.D.: Me ha contado otro tipo de pajarito que los exámenes han ido bien. Me alegro. Saludos a mi amigo de la Wii. ;-)