martes, 30 de noviembre de 2010

Si no lo veo, no existe


Como cada día, entró en casa de los Smith a las 8:37, ni un minuto antes ni un minuto después, y comenzó a analizar poniéndose el delantal todo aquello que tendría que poner en su lugar.


Al parecer, aquella mañana los Smith habían madrugado, ya que les había dado tiempo a desayunar sentados a la mesa. En el vaso de ella todavía quedaban restos de carmín. Tambien pudo comprobar que su silla estaba volcada, y en el suelo se distinguía un reguero rojo que llegaba hasta la encimera de mármol. Vaya. Parecía que habían vuelto a discutir. Un cuchillo apenas guardaba el equilibrio sobre el fregadero. La empuñadura estaba tambien vestida de rojo. ¿Había tratado ella de defenderse esta vez?


Suspiró.


Cogió la fregona y se puso a limpiar el estropicio, pensando que aquello no era asunto suyo, sin ni siquiera imaginarse lo que le esperaba en el cuarto de baño.

1 comentario:

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