pero no como él.
Él la cautivaba, la vestía de asesina. Provocadora y sensual, observaba al niño desde lo alto,
manteniendo una amenaza constante. Ningún hombre la había retratado así jamás. Siempre buena, siempre protegiendo amantes o escuchando secretas pasiones, se aburre.
La luna quiere ser mala.
Luna.-[...]¡No haya sombra ni emboscada,
que no puedan escaparse!
¡Que quiero entrar en un pecho
para poder calentarme!
¡Un corazón para mí!
¡Caliente, que se derrame
por los montes de mi pecho!;
dejadme entrar, ¡ay, dejadme!
Federico García Lorca: Canto de la Luna.
¿Y sabrá la luna dónde está Federico?
ResponderEliminarLa luna llora cada mañana, yo lo sé. Se ven sus lágrimas desde mi ventana. Pero tú sonríe, que eres mi Sun.
ResponderEliminar