viernes, 4 de noviembre de 2011

Primero fueron los tacones,


y luego el caminar.
Primero la risa y luego las ganas de reír.
Primero el sexo y luego el amor. No, espera, el amor no.

Las vecinas comentaban que su padre era un borracho y que su madre los había abandonado, y, mientras, fregaban el rellano de un piso continuamente en obras.

Ella trabajaba en el bar de la esquina, ese en el que el único cliente fiel es la sombra del banco de enfrente, y al que van empresarios sin corbata por el día, y con ella en la cabeza por la noche.
Su blusa de trabajo tenía cinco botones, de los cuales los dos primeros debían de estar siempre desabrochados, inclusive en invierno, para deleite del je
fe, "aquel gordo cabrón", como me lo describió años después, sin esmalte en los labios y con cicatrices donde debería de haber arrugas.

Un día, se personó ante su mostrador un príncipe azul de ojos claros, cabello oscuro y doce primaveras a cuestas. En un descuido de su padre, se acercó a ella y le preguntó si le podía poner un chupito de tequila.

-¿Un chupito de tequila? No, cielo, yo no vendo eso a estas horas ni a esas edades. ¿Por qué te interesa la bebida en cuestión?
+¿No es lo que toman los mayores cuando se cansan de su vida?

-No me digas que estas cansado de tu vida, niñito de papá. Te cambio tu situación por la mía.
El niño enarcó las cejas.
+En lo que queda de mañana, tengo que acompañar a mi padre a dos reuniones más para "enterarme del negocio familiar que estoy obligado a hacer prosperar en los años venideros" (¡ni si quiera sé lo que significa venideros!). Y luego, me espera una agradable comida familiar con la novia de mi padre, que es veinte años más joven que él y ama veinte veces más a su dinero, tras la cual se retirarán al dormitorio mientras yo estudio economía (o lo intento), así que piensalo antes de cambiarme el puesto, tú al menos puedes escapar.

Esa misma noche, le dedicó un chupito a escondidas a aquél niño, mientras pensaba en sus palabras. "Escapar", reía,

"como si hubiera dónde hacerse fuerte"



"Cómo traerse al hoy cada mañana?
Como un suspiro profundo y quedo,
como un dolor de muelas aliviado"

1 comentario:

  1. Escapar es el único deber que tenemos para con nosotros mismos porque el único destino posible es la felicidad. Y la vida, ¿Qué es sino el viaje hacia allí, aunque sólo sea para pasar un momento, ese en el que se te caen dos lágrimas de alegría?

    Buen trabajo. Me gusta esa camarera sufrida pero no derrotada.

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