domingo, 12 de junio de 2011

El sístole sin diástole ni dueño.






La sangre pobre en oxígeno procedente de sus pulmones fluye hacia el corazón a lo largo de la diástole, llenando la aurícula y el ventrículo derecho de su corazón.





Suspiró.





La contracción de las auriculas empuja sangre adicional hacia los ventriculos.





Abrió los ojos y miró hacia la derecha. No había nadie en aquella habitación. Y tenía frío. Y miedo. Mucho miedo.



Recordó su cara, a su lado.



Él también se estremecía de miedo, y no lo lograba disimular. Aún así, le apretaba la mano muy fuerte, y le decía que no iba a pasar nada.






Ahora, estaba sola.









Notó que sus ojos se humedecían.





Los ventrículos se contraen, provocando la apertura de las válvulas aórtica y pulmonar.





Abrió la boca para decir algo, pero el aliento no llegaba apenas a un suspiro. Las palabras se quedaron dentro de ella, espectantes, ansiosas, impotentes, débiles.





La sangre es impulsada hacia las arterias aorta y pulmonar.





Cerró los ojos con fuerza.





Los ventriculos se relajan y se cierran las válvulas aórtica y pulmonar. Se abren las válvulas mitral y tricúspide y comienza la entrada pasiva de sangre desde las aurículas a los ventrículos.





Fin de la diástole.

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