jueves, 19 de mayo de 2011

Le deben al silencio la voz los ruiseñores

-Sí. La recuerdo. ¿Se suele decir como si fuera ayer, no? Pues así es como la recuerdo. Es que verá...era...era una niña un tanto peculiar.



Yo la conocí como alumna. Como una alumna de cinco años, sonriente por las mañanas y con ganas de jugar. Pero había algo en ella que llamaba la atención.



Por ponerle el caso más estúpido, en los árboles, en lugar de dibujar cerezas o manzanas, ella dibujaba notas musicales, y son cosas en las que una se fija, ¿me entiende?



Y...además...además...no hablaba. Jamás. Únicamente silbaba: si quería ir al baño, si tenía hambre, si la molestaban...ella silbaba. Y me preocupaba. Me preocupaba mucho. De hecho, entre otras profesoras y yo le sugerimos a la madre de llevarla a...bueno, a ayuda psicológica, ya sabe...Uf, la madre, ¡menuda pieza!¡qué carácter! Además era de estas mujeres estrambóticas, con plataformas, piercings y qué se yo...El caso, que no quería llevar a la niña a ninguna parte.







Seguí su crecimiento hasta la pubertad.







Fue entonces cuando dijo su primera palabra.







Yo quedaba con ella una vez por semana. Nos habíamos tomado cierto cariño, la verdad, y, aún no sé por qué, nos hicimos grandes amigas.



Yo le hablaba un poco de todo: lo que pasaba en el mundo, anécdotas de la escuela, música, libros...



Y ella escuchaba y me miraba con esos ojos grandes que me traspasaban. Tenía la certeza de que a veces, era capaz de leer mi pensamiento.



En fin, ¿al grano, no? Más o menos fue algo como..."Me pregunto qué piensas hacer cuando acabes los estudios, no tienes malas notas, pero esa manía tuya de no hablar..."











Canción. Quiero ser canción.







De ahí a dos semanas, Mariana desapareció.







-hizo una pausa y dejó el café sobre la mesa. Aquella pobre mujer estaba temblando. Quise decirle algo que la alentase, pero en estos casos nunca se sabe qué decir. -







Encuentren a esa chica, por favor.











Apareció a los cuatro días, al borde de un acantilado.







Y Mariana quería ser canción.










La libertad sólo es visible para quien la labra
y en lo perdido brilla, astuta, la tentación.
Nacer a veces mata y ser felíz desgarra.
¿A quién acusaremos cuando triunfe el amor?










1 comentario:

won't you come out to play?