Sabela tamborilleaba con los dedos sobre la mesa desde hacía una hora. Al escuchar cómo la puerta principal se abría, se mordió los labios y casi hizo que sangrasen. Se alisó el vestido y no pudo evitar soltar un suspiro. Finalmente, él abrió la puerta del salón.
-Sa...sabía que volvías, y he decidido esperarte aquí, en tu casa, para darte una sorpresa.
Quiso echar a correr, se sintió la persona más idiota del mundo, pero solo fue por un segundo, ya que, las dudas que siempre tuvo, se vieron disipadas en cuanto él echó a correr para abrazarla.
Se sintió la persona más idiota del mundo entre sus brazos, acogida en ese abrazo infinito.
ResponderEliminar-Esto... Nada, da igual.
Se dió la vuelta y se fue deprisa. Sin saber muy bien lo que hacía. Sin saber si de los errores se aprende o si a lo hecho pecho.