jueves, 2 de septiembre de 2010

No tengo nada para impresionar ni por fuera ni por dentro


De pequeña, mi abuela siempre me lo decía. Lo recuerdo perfectamente: me ponía la mano en el hombro, despues de leer mi cuento preferido (aquel en el que la ratita presumida se quedaba con el gato, por ser guapo, y luego se llevaba uan decepción) me miraba fijamente y me decía:


-Helena, recuérdalo siempre, la belleza, está en el interior.


E iba yo de tonta, y me lo creía. Al pie de la letra. Estaba totalmente segura de que aquello de la belleza, lo llevabamos dentro, y, cuando crecíamos, iba saliendo, poquito a poquito.


Por eso al crecer, me llevé una desilusión.

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