lunes, 23 de agosto de 2010

Este adiós, no maquilla un hasta luego.


-¿Qué me dices?- le preguté.


Ella me taladró con sus ojos negros unos instantes. Siempre me gustó esa mirada que me taladraba hasta herirme, nunca la pude sostener, pero, esta vez, era necesario. Su risa rompió el silencio. Era una risa áspera, como si no se hubiese reído en mucho tiempo.


-Paso. ¿Sabes? Me he cansado de ser tu títere, tu marioneta. Siempre me has manejado a tu antojo, siempre he hecho todo lo que me pedías. Siempre te quise. Y te quiero. Si, no me mires así: todavía te quiero, pero me queda suficiente orgullo como para decirte, que no volveré a ser el as que escondes en tu manga, no volveré a ser tu peón en esta estúpida partida de ajedrez. Es tu guerra, no la mía. Así que entérate: no me volverás a utilizar.


Y se fué dando un portazo, dejándome con la boca abierta y el corazón en un puño. ¿Que qué diferencia esta vez de todas las anteriores? Bueno, esta vez,



Yo la quería de verdad.


1 comentario:

  1. "Tenían razón mis amantes, en eso de que antes el malo era yo, con una excepción, esta vez, yo quería quererla querer y ella no"

    No se puede ser los títeres de nadie, y menos de alguien que no sabe como mover los hilos

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