sábado, 7 de agosto de 2010

El hombre que hay detrás de la máscara...

...o la máscara que hay delante del hombre.





Al principio, me preguntaba cómo sería su rostro, no es que fuera una tonta superficial, pero sentía curiosidad. A veces, me sorprendía a mi misma imaginándome en silencio su boca, su nariz, sus labios. Me lo imaginaba todo a tono con su voz, la voz más seductora que jamás había escuchado.

Luego, él me cambió. Me hizo comprender, que lo que en realidad importa, lo que perdura en el tiempo, lo que yo quería, era de lo que hay detras.



Y que no hacía falta un rostro para enamorarse locamente de alguien.

2 comentarios:

  1. Claro que no hace falta un rostro, pues muchas veces se quiere o se ama con el corazón, y, de eso, la mente no entiende.

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