jueves, 26 de agosto de 2010

Amelie


Cada domingo a las cuatro subía a aquel descampado y se descalzaba. Pensaba mejor de esa forma.
A veces llovía, pero a ella no le importaba, y dejaba resbalar las gotas de lluvia por todo su cuerpo. La lluvia mojaba su pelo y el viento lo despeinaba. Cerraba los ojos y se ponía a pensar. No tenía mucho en lo que pensar, pero solía darle vueltas a todo en su cabeza, hasta que encontrase una solución, o no.
Otras veces, estaba nublado, y las nubes pintaban el cielo de gris, encerrando al sol. Ella se tumbaba boca abajo entonces, porque odiaba ese color, y prefería admirar el verde de la hierba.
Pero los días que hacía sol eran sus preferidos, porque el sol bañaba su cara, la acariciaba, le hacía cosquillas en la nariz y refrescaba sus ideas.

Qué pena que habitualmente fueran malas ideas.

1 comentario:

  1. *Resbalar, con B.

    Igual solo tiene que hacerse con un paraguas para los días malos.

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