martes, 20 de julio de 2010

Siempre me pide que no le dé las gracias.


Pero cuando me veo atrapada entre los peces de ciudad, sabe revivirme sin necesidad de dormirme con cuentos de hadas, bailando incesantemente un rock and roll destinado a los idiotas, los idiotas como yo, que se nos ha hecho ya demasiado tarde y tenemos que buscarnos a otro perro que nos ladre, porque ya dejamos de ser princesas.

Cuando me veo sola en el boulevard de los sueños rotos, me toma la mano, y me ayuda a buscar mi mes de abril, enseñándome que amores que matan, nunca mueren.

Cuando me desespero en un callejón sin salida, se sienta en la mesa de la virgen de la amargura, a negociar mis mayos en París.

Ella me enseñó que a veces, jugar por jugar, no está tan mal, que las mentiras, a veces pueden parecer mentiras, y que los espejos, no me tienen por qué dar la razón si yo no quiero.

Ella tiene un corazón tan cinco estrellas, que aún no ha aparecido el hijo del Dios que se merezca ir con ella.

Se merece mucho más que un novio poeta, aunque eso, quizás ella no lo sepa.

Siempre que lo necesito, hace que me salten lágrimas de la emoción, de saber que está ahí.

1 comentario:

  1. Siempre nos quedará Sabina.
    Siempre podremos cantar juntas.
    Siempre podremos correr, como dijo la tortuga.
    Siempre podremos pagar las cuentas de gente sin alma, que pierde la calma con la cocaína.
    Siempre pueden darnos las diez (y las once)

    Y siempre, siempre, A, E, I, O, U
    a mi boda fueron todas menos tú.

    Jajajaja
    Te quiero mucho Helena.
    Gracias por todo.

    PD: Siempre nos quedará París

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