lunes, 26 de julio de 2010

Blancanieves


Tan buena como ingenua.

Para empezar, tiene que escapar de casa por se más guapa que su mala malísima madrastra. Por ser guapa, porque si el problema fuese de inteligencia, la chiquilla podría estar bailando delante de ella, que ni se inmutaría.

El caso es, que ella y el halo de hermosura que le rodea se marchan cantando, como si la cosa no fuera con ella, por el bosque en adelante. (¿por qué preocuparse, si, total, soy bonita y sé cantar?)

Y llega a una pequeña casa. Decide entrar. Una cosa LÓGICA, por fin. No hay nadie, así que, ¿por qué no? Entramos sin el permiso de nadie, que, total, eso ya está muy pasado de moda. Pero, por favor, una vez que decides cometer un allanamiento de morada, no sé, desayuna (ya que se supone que no comiste nada), descansa, mira a las musarañas, ¡pero no te pongas a limpiar!

Tuvo suerte, a los siete hombrecillos que vivían en esa casa, no les disgustó la idea de tener una asistente gratis, y la invitaron a quedarse.

Pero la mala malísima de la madrastra no se da por vencida, le ofrece una manzana envenenada ("Podría comerme cualquier otra manzana de la casa o incluso de los árboles del bosque. Pero, comer una que te ofrece una desconocida, sin duda es mas guay"). Lo dicho, que la tía casi la palma. Pero no os preocupeis, que viene el galante y apuesto príncipe azul a revivirla con un beso.

("¿Y por qué no irme con un desconocido que me acaba de dar un beso?").

1 comentario:

  1. Siempre nos quedará Bella, querida Jefa.
    Que dá su vida por la de su padre enfermo.
    Que rechaza a Gastón (el terror de las nenas).
    Y que se enamora de Bestia y de todos los libros que lo rodean.
    Eso sí es una bonita princesita

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