miércoles, 1 de septiembre de 2010

Que los que esperan no cuenten las horas

Sabela tamborilleaba con los dedos sobre la mesa desde hacía una hora. Al escuchar cómo la puerta principal se abría, se mordió los labios y casi hizo que sangrasen. Se alisó el vestido y no pudo evitar soltar un suspiro. Finalmente, él abrió la puerta del salón.

-Sa...sabía que volvías, y he decidido esperarte aquí, en tu casa, para darte una sorpresa.

Quiso echar a correr, se sintió la persona más idiota del mundo, pero solo fue por un segundo, ya que, las dudas que siempre tuvo, se vieron disipadas en cuanto él echó a correr para abrazarla.

1 comentario:

  1. Se sintió la persona más idiota del mundo entre sus brazos, acogida en ese abrazo infinito.
    -Esto... Nada, da igual.
    Se dió la vuelta y se fue deprisa. Sin saber muy bien lo que hacía. Sin saber si de los errores se aprende o si a lo hecho pecho.

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