miércoles, 25 de mayo de 2011

Are you gonna drop the bomb or not?

Mátame o déjame vivir.



Pero no me saques a bailar,









o te pisaré los pies

No puedes pararte a romper el tiempo.









¿No te das cuenta?



no está permitido detenerse a contar pedazos sueltos,



como si de reconstruír un puzle se tratara.



Que no es un camino lo que recorres.



Que no son besos los que anhelas,



ni abrazos lo que tu piel te pide a gritos.



Que tus dedos, no se desgarran sin el contacto de su piel.



Quisiste volver atrás.



Esquivaste las miradas de desprecio.



Suplicaste abrazos que no eran tuyos.



Te abrazaste al más ardiente de los clavos.



Y ahora, ¿qué te queda?



Vacío e inspiración.






Te has convertido en poeta, mon amour.

domingo, 22 de mayo de 2011

sábado, 21 de mayo de 2011

Cuando al punto final de los finales

no le siguen dos puntos suspensivos.








Y nos besamos por besarnos.




Ni con pasión ni con compasión.




Lo hicimos para probar, para probarnos.




Para ver si todavía no se había apagado el incendio.




Nos besamos por besarnos,




para ver lo que pasaba.




Intentamos llenar el espacio del medio.




Pero ya ni encajábamos.




Y nos dio igual.





This is the end, my only friend:


the end.

jueves, 19 de mayo de 2011

Le deben al silencio la voz los ruiseñores

-Sí. La recuerdo. ¿Se suele decir como si fuera ayer, no? Pues así es como la recuerdo. Es que verá...era...era una niña un tanto peculiar.



Yo la conocí como alumna. Como una alumna de cinco años, sonriente por las mañanas y con ganas de jugar. Pero había algo en ella que llamaba la atención.



Por ponerle el caso más estúpido, en los árboles, en lugar de dibujar cerezas o manzanas, ella dibujaba notas musicales, y son cosas en las que una se fija, ¿me entiende?



Y...además...además...no hablaba. Jamás. Únicamente silbaba: si quería ir al baño, si tenía hambre, si la molestaban...ella silbaba. Y me preocupaba. Me preocupaba mucho. De hecho, entre otras profesoras y yo le sugerimos a la madre de llevarla a...bueno, a ayuda psicológica, ya sabe...Uf, la madre, ¡menuda pieza!¡qué carácter! Además era de estas mujeres estrambóticas, con plataformas, piercings y qué se yo...El caso, que no quería llevar a la niña a ninguna parte.







Seguí su crecimiento hasta la pubertad.







Fue entonces cuando dijo su primera palabra.







Yo quedaba con ella una vez por semana. Nos habíamos tomado cierto cariño, la verdad, y, aún no sé por qué, nos hicimos grandes amigas.



Yo le hablaba un poco de todo: lo que pasaba en el mundo, anécdotas de la escuela, música, libros...



Y ella escuchaba y me miraba con esos ojos grandes que me traspasaban. Tenía la certeza de que a veces, era capaz de leer mi pensamiento.



En fin, ¿al grano, no? Más o menos fue algo como..."Me pregunto qué piensas hacer cuando acabes los estudios, no tienes malas notas, pero esa manía tuya de no hablar..."











Canción. Quiero ser canción.







De ahí a dos semanas, Mariana desapareció.







-hizo una pausa y dejó el café sobre la mesa. Aquella pobre mujer estaba temblando. Quise decirle algo que la alentase, pero en estos casos nunca se sabe qué decir. -







Encuentren a esa chica, por favor.











Apareció a los cuatro días, al borde de un acantilado.







Y Mariana quería ser canción.










La libertad sólo es visible para quien la labra
y en lo perdido brilla, astuta, la tentación.
Nacer a veces mata y ser felíz desgarra.
¿A quién acusaremos cuando triunfe el amor?